Amé a una hermosa doncella,
dorada como el verano,
su cabello de hilo blanco
tejido con hebras de plata
bebía la luz de medianoche
de la envidiosa luna clara,
su piel de frágil porcelana
cincelada por el cincel
de un escultor secreto
que enloqueció de amor
al ver su hermosa obra
y le entregó su corazón
en un cofre de seda rota.
Amé a una hermosa doncella
dorada como el verano
vestida de jade y oro
con zafiros en los ojos
y con pétalos de rosa
prendidos en los labios,
y mejillas nacaradas
obra de un artista innato
que pintó en ella el arco iris
y murió por ella suspirando.
Amé a una hermosa doncella
dorada como el verano
pero partió el sol
y ella se desvaneció
frugal y silenciosa
como el sueño
de una noche de verano.
Me parece muy bonito lo bien que se le describe a la doncella. Y también, por supuesto que sea un escultor el que la haya hecho así de guapa.
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