Aún jugamos ese juego de niños,
de momentos siempre fugitivos,
de miradas esquivas
y sonrisas furtivas,
hace tiempo carente de sentido.
Jugamos a encontranos en sueños,
a sentir nuestras caricias en el viento,
a saborear besos salados del oceano,
jugamos a ser amantes sin lecho.
Jugamos a ser equilibristas sobre el aire,
a contruir palacios de pasión con naipes,
a pesar de saber que al final caeremos,
que se derrumbarán las cartas y pereceremos.
Preferimos jugar a nuestro eterno juego,
inventar verdades disfrazadas de secreto,
creer mentiras que sabemos son un cuento,
fundirnos en el abrazo del viento,
perdernos en los besos del oceano,
jugar a yacer solos en nuestro lecho,
enredarnos en las sabanas como amantes de despecho
y entregar nuestra pasión al polvo de los sueños.
Preferimos jugar a nuestro juego de secretos
antes que admitir lo imposible de nuestros sentimientos
y morir consumidos por la realidad sin techo,
por la oscuridad, la soledad y el silencio.
Dejadnos jugar a nuestro juego de amores imposibles,
amarnos en el viento, en el mar y en retazos de sueños
robados a la vida en ceniza de memoriass inexistentes,
antes de perecer consumidos, ahogados en el tiempo
perdido, en el olvido de los no-recuerdos.
Has adivinado mis sentimientos? Porque justamente hoy me siento así. Me siento que robo unos segundos a la vida para que mi corazón sea feliz, pero a veces siento que no es más que una ilusión.
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