Me duele el corazón,
las lágrimas que fluyen son saladas,
cómo sabrás tú
que las derramo por ti
si ya no estás para beber su sal.
A ti
que no conociste el amor
este dolor te es ajeno,
pero a mí,
que sí supe de ti,
me es sordo, mudo y ciego.
Sé que si llamara tu nombre
jamás te volverías a mirarme,
y me duele la pérdida
y me duele la injusticia
pero ante todo me duele el conocimiento
de todo aquello que no conociste,
de haberte ido sin haber amado,
sin que nadie llamara tu nombre.
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