Las palabras prostitutas
que escapaban de tus labios,
que tantos otros oídos
ya habían besado,
dejaban mordiscos amargos
que implantaban la duda.
Tus labios que juraste puros
se prostituían en callejones oscuros,
en las intersecciones de otras mujeres,
vendiendo tu cuerpo a cambio
de un gramo de placer barato
y comprando mi corazón con amor prediseñado.
Tus caricias sustitutas
que en mi piel dibujaban preguntas
mientras en otras evocaban deseos,
actrices vestidas de gala
para caminar la alfombra roja del engaño
protagonizada por tus cuentos.
Tus miradas infieles
que se prendían de la solapa
de otras pieles,
un encaje de atractivo
para ensalzar tus mentiras,
un broche para mi corazón herido.
Hoy he construido una fosa común
donde enterrar todas
tus palabras prostitutas,
tus labios impuros,
tus caricias sustitutas
y tus miradas infieles.
Me voy,
puedes regalárselas a otras
todas las mentiras que me diste,
yo me largo
en busca del auténtico sabor de la vida
y no su sucedáneo.
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