No me llegó la carta de desahucio
que anunciaba que me echabas de tu corazón,
me desalojaste sin noticia,
y sin aviso me vi con las maletas en la calle,
vistiendo solo el camisón del desamor.
A horas intempestivas de la vida
cuando creía haber erigido en ti mi hogar,
me encontré en el rellano de tu puerta,
sola, pobre y desvalida,
sin un lugar al que regresar.
El felpudo que una vez me dio la bienvenida,
nunca pudo acomodar nuestros zapatos
y me doy cuenta demasiado tarde
de que fuiste una mala inversión, un plagio,
un robo de mis días que malgastó mis pasos.
Nadie me va a devolver lo que te di,
pues no hay tiempo para reembolso
y el amor que invertí en nuestros planes de futuro
se lo has transferido a una cuenta extranjera,
el balance de nuestra relación queda en números rojos.
Así he llegado a la crisis de mi vida,
por confiar en las promesas vanas que me diste,
debí saber que hipotecar mi vida entera en ti
tenía un interés demasiado alto,
el amor no se engorda con alpiste.
Mi corazón es una hucha rota,
recojo sus pedazos antes de marcharme,
es todo lo que queda de nosotros,
un vacío sin un duro con que invertir en el mañana,
sin un billete hacia el futuro, solo puedo seguir caminando hacia delante.
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