Las promesas se secan sobre el papel,
se evapora la tinta de los sueños,
el punto final de este vaivén
lo escribí con lágrimas y sal.
Echa una rodaja de limón
a la tónica del desamor
para disimular su sabor amargo.
Y sobre la mesa del pasado
el tintero de las ilusiones queda vacío,
lágrimas de tinta negra
que dejan surcos que hablan de hastío.
Una gota de silencio
que calla a gritos de nosotros,
nunca se me dieron bien las palabras,
escucha el suspiro de un corazón roto.
Sal de lágrimas
para ponerle sabor
a tu insípida despedida.
Y un beso de hielo
que entumezca mis sentidos,
el licor del olvido
quema en mi memoria.
Mañana cuando despierte
con la resaca del desengaño,
beberé la última gota de la copa
del romanticismo edulcorado.
Echa un grano de azúcar
al cáliz de tus mentiras,
se ha acabado la dieta,
no quiero amor bajo en calorías.
Una onza de consuelo,
una tarrina de efervescencia
y sellaré con pintalabios rojo
el acuerdo de nuestra indiferencia.
En presencia de tu ausencia
he reescrito la receta del amor:
una rodaja de limón
para un suspiro de frescor,
una lágrima de sal
le da un toque de sabor
y un grano de azúcar
para endulzar el paladar;
antiséptico y desinfectante.
La tinta se seca sobre la página que fuimos,
fuiste un bocado menos apetitoso que tu presentación,
ahora salgo a la caza de nuevos ingredientes
para seguir experimentando con la pócima del amor.
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