-Y para terminar el programa de hoy tenemos una petición especial. Un hombre quiere dedicar una canción a su primer amor y desearle que todo le esté yendo bien. Oh, qué romántico ¿verdad?
En la radio comienza a sonar una vieja melodía.
-Oh- exclama la mujer girándose hacia el aparato- Esta canción la compuso para mí.
Sus ojos se iluminan, como si cientos de recuerdos, ilusiones y promesas pendieran de su mirada.
-¿Quién?-pregunta la niña con voz cantarina.
La mujer pierde la vista en el infinito, en un lugar lejano que nadie alcanza, un pequeño paraíso que solo la pertenece a ella, y la pequeña se sienta en una silla muy atenta porque presiente que está a punto de escuchar una gran historia. La mujer tiene ese tipo de mirada.
-Mi primer amor-suspira.
Y sonríe pero parece sonreír al tiempo, al pasado que tan solo habita en sus recuerdos, a un viejo amor, al rostro de alguien que tan solo ella puede ver en su memoria, a una ilusión que como una fotografía nunca envejece ni se empaña.
Mientras, la música llena la estancia, las notas quedan suspendidas en el aire como motas de polvo a contraluz y acompañan a la voz de la mujer cuando comienza a contar una historia... su historia... por primera vez en muchos años.
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