Vuelves a mí
con promesas rotas,
retazos de sueños
remendados entre sí.
Regresas con maletas
cargadas de mentiras
vestidas de arrepentimiento
y me pides otra oportunidad.
Pues tengo algo que decirte...
Yo soy medioambientalista,
reciclo en metal
y reciclo en revistas,
reciclo en vidrio,
tetrabriks y cartón,
pero hay algo que no se puede reciclar,
no reciclo el amor.
Porque lo podrido no se puede reciclar
solo sirve para abonar
el comienzo de nuevas vidas y relaciones,
para que crezcan con fuerza esas nuevas flores
que han de plantar otras manos en mi jardín.
Fuiste la leña que alimentó mi fuego
y ahora solo quedan las cenizas,
humo gris que arrastra el viento
y maquilla las memorias en sepia.
Así que toma tu maleta
y date la vuelta,
ya sabes donde está la puerta,
bien conocías el camino al salir.
Ya no hay lugar para ti en mi jardín
porque eres tierra muerta,
cicatrices en la piedra,
tierra seca, tierra yerma,
pero tras un tiempo de barbecho
podré volver a labrar en ella
y plantar nuevas semillas,
nuevas plantas, nuevas flores,
nuevas vidas
abonadas por el recuerdo
de nuestro abril.
Yo soy medioambientalista,
reciclo en metal
y reciclo en revistas,
reciclo en vidrio,
tetrabriks y cartón,
pero hay algo que no se puede reciclar,
no reciclo el amor.
Porque lo podrido no se puede reciclar
solo sirve para abonar
el comienzo de nuevas vidas y relaciones,
para que crezcan con fuerza esas nuevas flores
que han de plantar otras manos en mi jardín.
No, no reciclo el amor.
Porque no soy de usar y tirar
y luego reutilizar,
porque no soy algo que guardar
para luego olvidar,
porque te amé una vez
y no lo supiste aprovechar.
No, el amor no se puede reciclar.
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