La vida humana es como un suspiro.
Somos llamas diminutas y titilantes que se mecen a la deriva en un oceano de indecisiones. Cambiamos de dirección según nuestras pequeñas decisiones pero siempre temerosos e inseguros pues no sabemos cual es el rumbo que hemos de seguir, ni si hay un camino adecuado que nos llevará a puerto o faro que nos guíe a tierra.
No sabemos cuando ha de llegar la tormenta, cuando una ráfaga de viento apagará nuestro fuego o si vendrá la terrible ola que nos hundirá en las profundidades del olvido.
Pero a pesar de todo vivimos día a día llenos de esperanza, brillamos vacilantes pero con luz propia pues sin esperanza no habría vida ni deseos de vivir. Así que hasta que llegue la tempestad que nos apague o hasta que se acabe la energía que nos da fuelle, hasta ese día resplandecemos llenos de vida, una llama única, hermosa y titilante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario