Era una noche de invierno,
me senté a meditar en las escaleras del tiempo,
observé la nubes mecerse al viento
como cenizas y humo de viejos sueños
y rememoré tu fragancia en mi pensamiento
con una larga calada de amargo recuerdo
y al extinguirse la última voluta de fuego
estrellé la colilla de la vida contra el suelo
y continué mi eterno ascenso
dejando atrás un punto negro,
allá donde dejé evaporarse nuestros momentos,
en el rellano de las escalera del tiempo.
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