Sus labios se vistieron
del carmín de la sangre
para salir a buscarme,
sus besos
dentelladas de despecho,
dulce veneno
que plantó
la semilla del deseo
y la regó con desengaño
y sus raíces como espinas
en mi corazón profundizaron
y allí habitan en el silencio,
en las cicatrices del pasado.
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