Dices las mismas palabras
que miles de amantes
han dicho antes,
las dices con las mismas sílabas
y las mismas letras,
las dices igual
pero suenan distinto.
Tu confesión,
una reproducción del guión
de tantas películas viejas,
clásicos del romance
que desgastan las mismas frases,
frases que ahora tú me dices a mí.
Y yo,
que siempre he arrugado la nariz
ante esos diálogos de corta-pega,
esos romances prefabricados en Hollywood,
me encuentro frente a ti,
desarmada y vencida por tus palabras.
Cautivo del cliché mi corazón galopa,
plagiando emociones a los actores
de cualquier comedia romántica,
pero no es justo llamarlo plagio
porque el guión se repite
pero el sentimiento es auténtico
y tan solo yo poseo los derechos
del Copyright sobre mi corazón.
Así me conquistas
con las mismas palabras,
reproducciones de guiones
de las películas de mi infancia,
y mi corazón se conmueve
como si fueran únicas.
Y de pronto comprendo
que el amor es así,
que el amor es cliché,
repeticiones de sentimientos
y plagios de confesiones,
pero que cada vez es auténtico,
que cada vez es único,
irrepetible,
irreescribible,
original.
Quiero vivir en este cliché
de acciones tontas
y confesiones cursis,
en este cliché llamado amor
contigo.
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