Buscar

martes, 22 de mayo de 2012

Amor tatuado con permanente 1

-¿Qué haces?

Simon de 7 años entró al baño y se la quedó mirando con sus grandes ojos oscuros llenos de incógnitas. Nana se apresuró a dar la cadena del váter y se limpió a toda prisa la boca con el dorso de la mano.

-¡Simon!-reprendió a su hermano menor- ¡No te tengo dicho que no entres al baño sin permiso cuando estoy dentro!

-Mamá ha dicho que somos una familia y que en familia no hay vergüenzas ni puertas cerradas- protestó el niño imitando con voz infantil el tono de los adultos.

La muchacha abrió el grifo y procedió a lavarse las manos evitando inconscientemente la mirada inocente de su hermano.

-Ahora mamá no está en casa y cuando no está yo soy la que mando. Mamá me ha dejado al cargo así que tienes que obedecerme.

-¿Quién lo ha dicho?- preguntó el pequeño enfurruñado.

-Mamá lo ha dicho y lo sabes.- contestó la muchacha con voz severa- así que la próxima vez no entres si sabes que el baño está ocupado.

El niño dejó escapar un largo suspiro y sacudió la cabeza.

-La edad del pavo es desconcertante- repuso con un tono de voz cansado que no casaba con su edad. Al igual que se lo había oído repetir a su madre decenas de veces. Incluso el suspiro y la sacudida de cabeza eran una burda imitación de los gestos con que su progenitora acompañaba aquellas palabras.

Nana se sintió extrañamente irritada al oírlo, como siempre, pero no dijo nada. En vez de eso cerró el grifo, se giró hacia él y sonrió.

-El baño ya está libre por si quieres usarlo.- le dijo con suavidad.

Simon miró la taza del váter y frunció el ceño como si le planteara un problema particularmente difícil, después negó muy serio.

-No, he tenido que esperar y ya se me han pasado las ganas.- anunció a voz en grito- Es tu culpa.

Y sin decir una palabra más dio media vuelta y salió a la carrera del baño tal y como había entrado. Nana dejó escapar en un suspiro toda su frustración y volvió a cerrar la puerta. A veces juraba que sus hermanos tenían un complot secreto para volverla loca.

Volvió a inclinarse sobre el lavabo, abrió el grifo y dejó correr un instante el agua. Al menos no había visto nada- se tranquilizó a si misma, sino tendría que habérselas ingeniado para comprar su silencio. 

Se apartó el cabello fino y rubio de la cara y se agachó hasta que su boca quedó a la altura del chorro de agua fría. Dejó que el líquido limpio y fresco llenara su boca y disipara el sabor amargo de la bilis en su lengua. Se enjuagó enérgicamente y escupió. Repitió el proceso varias veces hasta que no quedó rastro del desagradable sabor. Volvió a cerrar el grifo y se secó la boca con la toalla de manos. Después con un suspiro se irguió de nuevo y cruzó la mirada involuntariamente con el espejo. Una adolescente de cara alargada, piel pálida y largo y liso cabello rubio tostado le devolvió la mirada con unos grandes ojos azules, desahumados y carentes de expresión. Torció el gesto y apartó rápidamente la mirada con repulsión 

Después salió del baño como una exhalación, como si huyera de un misterioso adversario. Tan solo ella sabía que huía de si misma.


No hay comentarios:

Publicar un comentario