Hacia el lejano horizonte,
donde el cielo se funde con el mar,
sigo corriendo en pos de un sueño
que no puedo alcanzar,
aun si tropiezo
me vuelvo a levantar,
los golpes que me da la vida
los recibe mi corazón y cicatrizan,
sin darme por vencida,
a palos con la realidad,
con un alma a cuestas
donde las heridas
se lavan con lágrimas de sal
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