solo conozco tus palabras,
me ciego con tus promesas,
mentiras y letras vanas.
No dejas lugar
a nada que no seas tú.
Con el juego mortal de tus caderas,
hipnotizas a mis ojos
que tras de ti vuelan,
te apropias del trono
y te haces llamar princesa
y te aseguras de que no vea más
de lo que tú me muestras.
Eres la reina de los estafadores
con un pestañeo
robas los corazones
y no tienes remordimientos,
señora de los ladrones,
por secuestrarme el deseo
con el sutil balanceo
de tus tacones.
Estoy en la inopia,
solo conozco tus palabras,
me ciego con tus promesas,
mentiras y letras vanas.
No dejas lugar
a nada que no seas tú.
Por la ventana abierta se van las horas,
escapan a tu encuentro
como viejas perdedoras
y de pronto me descubro
suspirando por tu ausencia
y sé que es demasiado tarde
para recuperar las riendas.
A ti te lo he dado todo
y vivo sumergido en tus promesas,
mis ojos enamorados solo te miran
y mueren de agonía si no te encuentran.
Oh, señora de los ladrones,
reina de los estafadores,
encadéname a tus mentiras,
llévate mi corazón
y las horas que te esperan lascivas.
Estoy en la inopia,
solo conozco tus palabras,
me ciego con tus promesas,
mentiras y letras vanas.
No dejas lugar
a nada que no seas tú.
Por eso llévame cuando te vayas
de mi cama esta madrugada
o sofócame el corazón
para que no vuelva a sentir nada,
pero no me dejes esperando tu regreso
con las horas que se marchan.
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