En el negro de tus ojos
la noche cayó maltrecha,
la muerte imperecedera
se rindió al tacto de las sombras
que velan siempre tu rostro,
que secuestran tu mirada
al hogar de los sueños rotos,
de las esperanzas voladas.
En el negro de tus ojos
se ahogó la madrugada,
expiró su último aliento
una ilusión robada
amortajada en el tercipelo
de tus labios fieros,
hendidos en el recuerdo
de besos de cristal roto
y pasiones sin dueño.
En el negro de tus ojos
se envenenaron los recuerdos,
se esfumaron los momentos
entre tus uñas mal pintadas,
se fundieron los corazones
que quemaste con tu llama,
cenizas de pasión marchita
que arden al alba.
En el negro de tus ojos
quien nada, muere,
quien se adentra en tus mareas
se ahoga en ellas
y permanece amortajado en terciopelo
de mentiras sin recuerdos,
quien bebe de tu copa
se envenena
y arde en las cenizas del desencanto
porque tus ojos negros
siempre están maquillados
de desesperación y falsos deseos
y tu rostro lo vela la muerte
con negra seda de ensueños.
En el negro de tus ojos
solo hay silencio.
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