Despierto es una cama fría,
a mi lado una almohada vacía
desde la mesilla
me mira tu fotografía
y el sinuoso silencio
llena la habitación de recuerdos.
Me abraza la soledad sin cariño,
sobre el suelo abierta aún tu despedida,
aguarda cabezota tu regreso
inconsciente de su propio sin sentido,
porque un adiós dejará de ser adiós
si volvieras por donde te has ido,
pero aun si esa despedida dejara de existir
aún te espera.
Abro tu lado del armario
y el vacío me sonríe,
en mi corazón se hace eco
de ese hueco
que una vez tú ocupaste
y ahora no queda sino el recuerdo
Mientras desayuno en tu silla se sienta el silencio,
toma sin reparos ese lugar que una vez fue tuyo
y se burla de mis perdidos sueños.
Sobre la mesa una taza de café sin dueño
aguarda a su compañero,
en vano pues ya no volverán a beber juntos,
a compartir esos íntimos momentos
En su vaso se alarga un cepillo
buscando alcanzar a su gemelo
sus púas estiradas en agonía
tan solo encuentran su propio reflejo,
mi única compañía en el espejo.
Y así pasan los días y las horas,
vacías y carentes de secretos,
sin ti el tiempo se detiene en el misterio
de llenar los vacíos que dejaste puestos,
sin ti yo soy la única habitante del silencio.
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