Nunca he entendido a esas mujeres
que aman hasta el abismo de la misma muerte,
que regresan una y otra vez de rodillas
a una mentira disfrazada de hombre.
Siempre he sabido que mi orgullo era grande
que jamás perdonaría a quien osara engañarme
que el precio justo por las mentiras es dar la espalda
y no mirar atrás por mucho que vuelva a buscarme.
Y entonces llegaste tú
y derrumbaste mis cimientos
y me amaste
y me dejaste,
y me usaste
y me tiraste,
y me acogiste
y me robaste,
y me mentiste
y me engañaste
y finalmente me abandonaste.
¿Dónde quedó mi orgullo?
Te di la espalda pero
mi corazón aún repite tu nombre,
en mis sueños extiendo mi mano
queriendo alcanzarte,
en la realidad me engaño
no queriendo encontrarte.
Vivo atrapada en una encrucijada
conmigo misma y mis deseos inconfesables,
con mi orgullo y tú en una balanza,
sopesando los recuerdos que robaste,
tú que me creaste
y me rompiste,
tú que me hiciste
y me tiraste,
tú a quien amé
y me abandonaste.
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